FIDEL
Pablo Salvat B. Director DECIDE.
Nov/2016
Ha partido el último gran ícono de la política revolucionaria del siglo XX¡ Con su partida se cierra por ahora una galería de notables dirigentes sociales y políticos, entre otros, como Ho Chi Minh, Lenin, Mao, Churchill, el Che, Camilo Cienfuegos, Patrice Lumumba, Mandela, protagonistas señeros de diversas luchas que marcaron el siglo que terminó el 25 de noviembre.
Lideró, desde abajo y utópicamente una desigual lucha contra una isla manejada por el dictador batistiano que la tenía convertido en un lugar de prostitución, mafias, corrupción, al servicio de la potencia del norte.El suyo fue un alzamiento quijotesco: el yate arrendado en México, el famoso Granma, con 80 hombres desembarca cerca de Guantánamo y es recibido por fuego graneado, quedan en pie solo doce hombres. Si, como usted lee, doce hombres contra la maquinaria del Ejército de Batista apoyada, como no, por los USA. Liderado ese grupo por el Movimiento 26 de Julio. Por cierto, no fue solo un proceso armado. Fue también la lucha organizada que venía de antes en el plano civil, cultural, organizacional, de campesinos, trabajadores, estudiantes, profesionales, hombres y mujeres, jóvenes y no tan jóvenes.
Los caminos por decirlo así, de la política tradicional estaban cerrados y corroídos desde dentro. La del 26 de Julio, y los otros movimientos y partidos que participaron en esa gesta heroica, fue una revolución de liberación nacional, de logro de soberanía popular sobre su territorio y destino. Claro, el problema era lograr eso como dice el dicho, ”tan lejos de Dios y tan cerca de los EEUU”. Una revolución que ha caminado siempre bajo la estela de José Martí y su legado, aun cuando su traducción para el siglo XX haya sido el horizonte del socialismo. Por eso, esa rebelión fue contra las oligarquías pero también, contra los dogmas revolucionarios. No se trataba ni de copiar ni repetir otras experiencias de transformación social, política, económica. De hecho, en esta revolución el ideario del “hombre nuevo”, es decir, la necesidad de complementar cambios estructurales con una nueva conciencia ética, estuvo presente desde el inicio.
Fidel hizo que el imperialismo fuera menos imperial, no solo en lo referido a Cuba sino a la región y al mundo. Mantuvo desde la fuerza de las ideas y con convicción política, incluso cuando las condiciones económicas no lo permitían (período especial), un modelo que se resistía primero al poder imperial de los EE.UU y segundo a la fuerza totalitaria del mercado. Sin duda fue un hombre signado por deudas, por fracasos, también por injusticias, pero esas situaciones tendrán que ser comprendidas siempre dentro de la complejidad de una revolución del carácter de la cubana, anticolonial, antiimperialista, socialista, y a la cubana.