Columna de Opinión de Pablo Salvat.
Las perspectivas del progresismo chileno son complejas. En medio de la crítica ciudadana a las elites, Chile decidirá su futuro, que aún es incierto.
El domingo 2 de julio se realizaron las primarias presidenciales en Chile. En ellas no participan todos los actores políticos del país. Están en las papeletas los tres precandidatos del sector de la derecha chilena, agrupados en la alianza Chile Vamos (Sebastián Piñera, Felipe Kast, Manuel Ossandón), y, por primera vez, realiza primarias el nuevo actor emergente de la escena nacional, el Frente Amplio (FA), con dos precandidatos (Alberto Mayol y Beatriz Sánchez). Al mismo tiempo, estas primarias presentan dos novedades: por primera vez votan chilenos inscriptos en el exterior y, algo no previsto, la política tuvo que competir con un país ultrafutbolizado y que estuvo pendiente del resultado de la selección chilena en la final de fútbol de la Copa Confederaciones, que se jugó en Rusia. Desde el punto de vista político, el gran ausente es el conglomerado gobernante de la Nueva Mayoría (NM). La NM tiene, por primera vez, dos candidatos para la primera vuelta. El primero es Alejandro Guillier, apoyado por el Partido Socialista, el Partido por la Democracia, el Partido Radical Socialdemócrata , el Partido Comunista y el Partido de Izquierda Ciudadana. La otra candidata es Carolina Goic, que representa al Partido Demócrata Cristiano (PDC). Justo en este momento de primarias, la candidata de la DC está de viaje por Europa y es de particular importancia, qué duda cabe, su paso por Alemania y su reunión con la canciller Angela Merkel.
El perfil de Guillier, apoyado por la centroizquierda de la NM, no es tan fácil de definir. Se trata de un independiente, un periodista que, apoyado por el Partido Radical Socialdemócrata, llegó al Senado por la región de Antofagasta (en el norte de Chile). Fue ese partido el que lo impulsó primero y el que lo apoyó como eventual precandidato del bloque en el gobierno. Posteriormente, el Partido Socialista, su instancia interna máxima, decidió entre Guillier y el ex-presidente Ricardo Lagos, quien no obtuvo el apoyo para seguir en carrera como lo deseaba. Guillier, al igual que Beatriz Sánchez, es un comunicador, con una larga trayectoria en medios, tanto televisivos como radiales. Su nombre le venía bien a la NM en tanto y en cuanto los chilenos y las chilenas han manifestado cada vez más una crítica y un distanciamiento de la elite política. Uno de los motivos más importantes reside en el continuo develamiento de las colusiones establecidas entre el poder económico privado y el Poder Legislativo, amén de irregularidades en las Fuerzas Armadas y de Orden. La desconfianza hacia las instituciones públicas y privadas ha aumentado fuertemente. Ese cordón invisible de conexiones privado-públicas ha tenido importantes efectos en las políticas y legislaciones aprobadas durante estos años.
En este cuadro, la candidatura de un independiente (con afinidad por la centroizquierda), más cercano a la gente, fue bien vista para continuar la obra reformista de la NM. Sin embargo, no es fácil de definir qué tipo de proyecto de país es el que sustenta Guillier. El armado de su comando no ha sido fácil, y en su interior coexiste gente con distintos perfiles, afiliaciones e historias. En buena medida, su ambigüedad se relaciona con su esfuerzo por reconectar con la ciudadanía, sus demandas e intereses, por mostrarse como un candidato alejado de los dictados partidarios (muy desacreditados, por lo demás, en la opinión pública) y, al mismo tiempo, colocar en su comando a personajes del mundo tradicional de la política actual. Esa ecuación no es fácil de resolver, sobre todo con una opinión pública mayoritariamente desconfiada y molesta con los actores e instituciones existentes en lo público y privado. No hay que olvidar que en abril del año pasado solo 13% creía que se gobernaba en función del bien común y del interés general (según Mori-Latinobarómetro). La falta de crédito y el malestar afecta al conjunto del tinglado jurídico-político actual. Obviamente, afecta menos a la derecha y a todos aquellos proclives al orden neoliberal imperante, los cuales, si bien pueden ser también cuestionadores de la situación actual, ven que la solución a las dificultades no pasa por modificaciones en el modelo mismo, sino más bien por su «saneamiento» y su mejor adaptación a las necesidades presentes. Esos sectores votan en estas primarias por Piñera, a sabiendas de sus «lugares» oscuros y de su falta de liderazgo efectivo en el nivel país. Ahora bien, desde el punto de vista programático, la línea gruesa principal de la precandidatura de Guillier está marcada por la continuación, el mejoramiento y quizá la profundización de las políticas con las cuales Bachelet y la NM ganaron tanto la Presidencia como el Parlamento, hace ya casi cuatro años. Esto puede traducirse en el leitmotiv (que abre sus Bases Programáticas): «Más y mejor democracia para el bienestar y la participación: hacia una nueva constitución». Estas orientaciones y políticas, como es sabido, han tenido marchas y contramarchas hasta el día de hoy. Especialmente, en los ámbitos tensionados y delicados de la educación, la salud pública, las pensiones y los pueblos originarios, entre otros. Su mensaje, en este punto, no es todavía plenamente claro en su difusión mediática. Porque, entre otras razones, él y su palabra no pueden escapar así como así de la propia crisis de su coalición de apoyo, dividida hasta el momento en dos.
No es posible hacer predicciones asertivas sobre el futuro de la NM. La actual candidata de la DC no termina de prender (al menos, es lo que indican todas las encuestas) y eso es algo que comienza a inquietar en su propio comando. Se dice en su círculo que agosto será un buen mes para definir las candidaturas en la NM, lo cual deja una puerta abierta a eventuales negociaciones. Por eso no estuvo presente en las primarias de ayer. ¿Qué efecto puede tener esta no comparecencia en primarias? No es posible saberlo a ciencia cierta. Depende mucho de cuál sea la orientación y los intereses desde donde se lean sus resultados. Para unos, como Eugenio Tironi –sociólogo concertacionista–, la ausencia de la NM en primarias es carta de triunfo, porque sus candidatos no se han prestado para el desgaste ni la confrontación interna que estas suponen. Además, según Tironi, participaría muy poca gente, teniendo en cuenta la final de fútbol ya mencionada. Si uno se fijase en el padrón electoral (10 millones de electores habilitados), la abstención sería el factor a destacar de la jornada de primarias. Pero si lo mirásemos desde el punto de vista del fútbol y del desinterés en la política, los 1.800.000 votantes o algo más que se movilizaron el domingo 2 no están nada mal. No es posible, por el momento, sacar mayores conclusiones al respecto. Lo que puede observarse es una mayor actividad del gobierno y de la presidenta Bachelet en la discusión sobre los presidenciables, lo cual trasunta un esfuerzo por apoyar a la NM en los meses previos a las parlamentarias y presidenciales y en los últimos de su gobierno. Con todo, no puede ocultarse que la decisión unilateral del PDC de llevar candidata propia, en función de reafirmaciones de tipo identitario, puede tener impacto en los resultados de las elecciones que vienen y en el futuro de la coalición. El pasado 29 de junio, por ejemplo, la comisión política del Partido por la Democracia (PPD) descartó ir en conjunto con la DC para estas parlamentarias. El timonel del PPD afirmó que harán lista en conjunto con aquellos partidos que apoyan al candidato Guillier. Como se ve, vivimos tiempos «líquidos», en los cuales cada día puede traer consigo una inesperada sorpresa y dar al traste con predicciones de científicos y politólogos.
Publicada en Revista Nueva Sociedad: Disponible online en http://nuso.org/articulo/de-primarias-presidenciales-politica-y-futbol/