De aviones, nguillatunes y otros dilemas ético – políticos. Inflexiones acerca del desarrollo en la Araucanía

Noelia Carrasco Henríquez[1] y Ricardo Salas Astrain[2]

A fines de noviembre de 2014, integrantes de comunidades mapuche cercanas al nuevo aeropuerto de la ciudad de Temuco, solicitaron a las autoridades de este controversial espacio aeronáutico la suspensión de los vuelos durante los días 19 y 20 de diciembre del 2014. El principal motivo que ellos aducen, es la realización de una ceremonia religiosa, en la que se reúnen personas de diversas comunidades y en la que los ruidos de los aviones al despegar y aterrizar provocarían dificultades e incomodidad. El gobierno, a través de la Seremi de OO.PP de la región de la Araucanía y el propio aeropuerto, a través de la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC) han acogido este singular requerimiento, y según lo han expuesto en los medios de comunicación durante las últimas semanas, “la Resolución de Calificación Ambiental (RCA), es el instrumento legal que anticipa este tipo de situaciones y, por lo tanto, en él está contemplado cómo se atienden estos requerimientos, y señala que deberían desviarse los vuelos cuando existen este tipo de ceremonias religiosas. No se trata sólo de voluntad, hay un cuerpo legal al cual ceñirse”, se puntualiza en un diario de circulación nacional (www.latercera.com, 25/11/14). Según la normativa, la resolución definitiva debe ser tomada e informada por la DGAC en los próximos días.

Conflicto entre interpretaciones

La situación descrita no es excepcional ya que forma parte de la trama social de la Araucanía y de los territorios históricos habitados por mapuche, en que conviven distintas ideas, creencias y prácticas sobre el mundo, la naturaleza, la vida, la espiritualidad, el tiempo, el territorio y el desarrollo. La riqueza de esta trama polifacética, la encontramos en los sentidos y significados culturales asignados y muy especialmente, en las prácticas que hacen de este un espacio social tensionado e intenso. Desde un punto de vista científico social, éste sería un nuevo ejemplo de las condiciones existentes para la implementación de grandes proyectos de inversión en territorios definidos por la diversidad cultural.

Aunque para algunos esta situación conflictiva respecto de los vuelos en este nuevo aeropuerto ha sido motivo para expresar insultos y descalificaciones hacia las comunidades indígenas, para otros resulta relevante porque es el ejercicio de un derecho que éstas tienen de contar con todas las condiciones necesarias para desarrollar adecuadamente su ceremonial. Este hecho puede considerarse incluso como un gesto que muestra un nuevo momento de lo que podríamos llamar la historia económico-social de la Araucanía, que se caracteriza entre otros aspectos, por organizarse a partir de normas o “cuerpos legales” que definen acuerdos entre las partes para el adecuado desarrollo de un proyecto – en este caso, el proceso sociocultural, económico y político por el que se llega a acuerdos para la construcción del aeropuerto entre 2010 y 2013.

Sobre este singular escenario político, las expresiones de rechazo y las respuestas ofensivas hacia las comunidades parecen mostrar una parte poco analizada del contexto. Si bien en el último tiempo se ha difundido una nueva literatura sobre “el conflicto” y sus protagonistas (López y Nitrihual, 2014; Oppliger, 2013, Tricot, 2014, Arrate y Llaitul, 2013; Richards, 2013; y Comunidad de Historia Mapuche, 2014), aun es poco lo que sabemos sobre las interpretaciones racistas y discriminatorias que se viven hoy en la Araucanía.  Si consideramos sólo el libro de P. Richards, Race and the Chilean Miracle: Neoliberalism, Democracy and Indigenous Rights (University of Pittsburgh, 2013), podremos ver que desde una perspectiva socioantropológica las relaciones interculturales en el contexto de las luchas por los recursos naturales en Araucanía ponen en evidencia las formas en que las ideologías de la identidad y el desarrollo se reproducen y son reinterpretadas en el ámbito local, fuertemente asociadas a un racismo sistémico que se articula en el mismo proceso social. En este sentido, queda claro que a través del reclamo las personas no sólo invalidan el derecho que puedan tener las comunidades a realizar su ceremonia en silencio sino además refuerzan el sentido impropio que tendría este derecho, sobre la base de argumentos que evidencian la violencia y el resentimiento anidado históricamente en estas tierras.

Para ilustrar este racismo cotidiano y radical, hemos escogido un conjunto de afirmaciones desplegadas en el chat de comentarios que sigue a la noticia divulgada por el Diario La Tercera el día 25/11/14.

  • (ceremonia para pedir a Chao Ngnechén – Dios – por mejores cosechas)”… que cosecha..??? si no siembran ni una papa… todos se las dan…
  • pretender que los demás suspendan sus viajes porque ellos no pueden concentrarse o que su Dios va a escuchar ruidos y no plegarias. Jajajajajajajajajajajajaja, que bueno el chiste.
  • Lo que tienen que pedir es educación y oportunidades de superarse, en vez de andar disfrazados de indios saltando como canguros….

Todas estas interpretaciones muestran no sólo el sentido agresivo de la subestimación, sino también el sentido paternalistas a partir del cual se establece el camino que las comunidades indígenas debieran seguir. Es decir, se trata de una posición despectiva y arrogante, resabio de las creencias evolucionistas del siglo XIX y de las prácticas de colonización que se mantienen aún enquistadas en las actitudes de muchos chilenos y marcadamente presentes en usuales y convencionales conceptos de desarrollo. Esta posición, circula aun cuando es socialmente considerada como “políticamente incorrecta”, y sus promotores – tal como podemos leer en los chats citados  – se comparten con total impunidad en los medios electrónicos. Para muchos es quizá sólo un “modo de pensar” entre otros más que co – habitan el territorio, pero su inocencia está siendo cada vez más cuestionada, sobre todo  cuando interpela directamente los límites que las actuales éticas aplicadas (en este caso la del desarrollo) están dispuestas a aceptar como razonables o esperables de parte de altos ejecutivos de empresas forestales presentes en el territorio.

Nguillatunes, aviones y certificación forestal

Las tres categorías enunciadas aparecen complejamente entrelazadas en los cotidianos de la Araucanía de hoy. La trama descrita se ha ido enriqueciendo más allá del requerimiento de las comunidades por la suspensión de vuelos para realizar con tranquilidad su ceremonial religiosa. Alguien jugó un paso en falso, y dicha situación del nguillatun y los aviones llegó al Directorio de FSC – Chile, organismo que representa en el país a uno de los principales sellos de certificación forestal en el mundo.

El Forest Stewardship Council, es un sistema de certificación a escala mundial creado en la década de los noventa, con el objetivo de instalar un nuevo concepto de “bosque bien manejado”. Se transforma gradualmente en un estándar que no sólo regula el consumo de la madera y sus derivados, sino también las dinámicas locales de las grandes empresas forestales que, para optar y luego conservar el sello, deben responder al marco ideológico, tecnológico, científico  y práctico que impone el estándar: el manejo forestal sustentable.

Resultó que una de las opiniones que se expresó abiertamente en las redes sociales acerca de la eventual suspensión de los vuelos a propósito del nguillatun de las comunidades cercanas al aeropuerto, fue la de un reconocido agente de la actividad forestal, Gerente General de una empresa certificada FSC, Director de la Corporación Chilena de la Madera – CORMA- en la región y hasta hace poco, Director de la Cámara Económica de FSC Chile. Emerge entonces el conflicto ya no sólo de opiniones sino entre interpretaciones, cuando dos planteamientos se oponen en un mismo sujeto y existe un ojo atento que lo captura y lo usa para denunciar, interpelar y exigir un gesto político importante en la historia de las relaciones entre las empresas forestales y las comunidades mapuche.

Publicar en Facebook la siguiente frase: “No están enfermos sino que son frescos de raja. Todo porque el Estado les aguanta todo a estos desgraciados”, y compartir en el mismo posteo la noticia publicada por soytemuco.cl titulada “Mapuches quieres cancelar los vuelos el 19 y 20 de diciembre porque realizarán un guillatún”, fue el paso en falso que desmantela esta ingrata pero cotidiana situación. Claramente, el Sr. Pedro Jaramillo, personero forestal y participante de FSC en representación de la empresa forestal que dirige no ha logrado comprender que hay incompatibilidades ideológicas y valóricas en su discurso y su actuar, pero la Corporación Mapuche Pewün Kimun si ha prestado atención a esto, y así lo ha declarado.

El 26 de noviembre de 2014, se difunde en medios y redes sociales la denuncia ante la opinión pública por “las expresiones racistas del gerente general de la empresa forestal Bosques Cautín”. En este comunicado, la Corporación Mapuche Pewün Kimun denuncia que este ejecutivo hace un uso recurrente de las redes sociales – específicamente Facebook – para difundir su pensamiento, el cual califican de racista, ofensivo e inaceptable. Habiendo revisado previamente la página personal y pública de este alto directivo del mundo forestal, podemos confirmar los excesos en sus declaraciones y más aún, su constante y redundante fraseología de rechazo, descalificación y menosprecio hacia todo lo que se asociase al mundo mapuche. En ocasiones, a personas mapuche en específico, las define como “desaseadas, hediondas, tontas”, por mencionar solo algunos de los apelativos que recurren habitualmente en el lenguaje racista descrito.

La denuncia de la Corporación Mapuche Pewün Kimun, a quién no le pasó desapercibida esta situación, desvía así la atención desde la situación de aeropuerto y la eventual suspensión de los vuelos para la realización del nguillatun. Amplía la complejidad de la trama intercultural e interétnica y lo abre hacia las implicancias de su uso ofensivo y racista, ya no sólo para la convivencia en la Araucanía, sino también para los actuales marcos del derecho internacional en materias indígenas, los sistemas institucionales que les sustentan – como Naciones Unidas – y a partir de ellos, al sistema de certificación forestal internacional FSC.

La interpelación es directa y enfática por parte de la organización indígena citada: “Exigimos un pronunciamiento oficial y disculpas públicas de Bosques Cautín… y esperamos un pronunciamiento oficial de FSC Chile acerca de la membresía de esta empresa dirigida por un racista”. De esta manera, la Corporación Mapuche exige a la representación nacional del sistema de certificación internacional una respuesta acorde a lo que transmite en sus principios, un pleno resguardo a los contenidos que para muchos mapuche han sido garantía de una nueva oportunidad para la construcción de la convivencia entre las empresas forestales y las comunidades mapuche en el centro sur de Chile.

Desde nuestro punto de vista científico – social, esta interpelación es implícitamente una solicitud de coherencia con los sentidos y significados que el estándar FSC promueve a través de sus principios y criterios. Claramente, no hay compatibilidad valórica entre los dichos de este ejecutivo y los contenidos del estándar, específicamente en lo que concierne al respeto por los derechos de los pueblos originarios (Principio 3), y más aún, en lo que concierne al respeto por la dignidad de las personas. Es indiscutible que cada miembro de FSC es libre de pensar y actuar desde el principio básico de la economía actual de las libertades individuales, no obstante, y aunque no se declare explícitamente en ninguna parte, ser miembro de FSC, como de cualquier otra organización internacional, supone la adherencia a los principios que esta promueve y que hoy son la base de la gobernabilidad que busca la economía transnacional en contextos de diversidad cultural.

No podemos olvidar, que FSC es – como muchos otros certificados que participan hoy en la regulación de los mercados y el consumo – un instrumento que incide directamente en los cursos de la economía internacional. Es decir, no es un instrumento decorativo ni mucho menos una simple declaratoria de buenas intenciones. Las auditorias para la evaluación del manejo forestal sustentable que dan como resultado la obtención o conservación del certificado por parte de las empresas, indagan – entre otros aspectos – en el modo en que éstas formulan su relación con las comunidades indígenas, y buscan verificar precisamente que los contenidos del discurso del estándar se transfiera a prácticas respetuosas y sustentables. Hay entonces un desafío que impone la propia economía de libre mercado a través de este tipo de instrumentos, que según nuestra interpretación buscan organizar la gestión de las externalidades de la producción forestal, implicando en ello intereses, proyecciones, valores y desafíos que trascienden con creces la misión exclusiva de las empresas. En definitiva, se trata de la promoción de condiciones básicas para el buen desarrollo de la producción y el comercio que, en respuesta a las demandas de los mercados, debe propiciarse desde relaciones que favorezcan la sustentabilidad y no pongan en riesgo lo que para muchos, son avances significativos en la materia.

Epílogo: nguillatun, aviones, éticas convergentes y desarrollo

Abierta esta caja de pandora que liberó males y nuevos desafíos para lo que se denomina “el desarrollo económico en La Araucanía”, nos quedamos con nuevas preguntas para profundizar en la comprensión de la madeja interétnica atravesada por los significados instalados en quienes conducen la gestión de las empresas forestales que participan de la economía global. El caso aquí analizado nos muestra que el racismo y al descrédito pueden estar íntima y subjetivamente integrados a una misa ética económica y comercial, constituyéndose en una amenaza brutal para el adecuado desarrollo cultural y económicamente diverso que requieren estos territorios.

Desde las ciencias sociales se ofrece hoy un consenso más o menos generalizado en relación al modo en que el lenguaje utilizado en este tipo de tramas tensionadas trasluce no sólo las (in) comprensiones básicas de la sociedad y medio cultural en que los sujetos nos desenvolvemos. El lenguaje utilizado efectivamente por las personas es como tal una realidad que tiene un aspecto performativo, que hace cosas con las palabras y que además, permite que los sujetos y las comunidades de vida puedan (o no) converger en significados y valores. Constituye además un recurso que articula prácticas económicas y políticas para, finalmente, permitir o impedir la convivencia respetuosa en la vida cotidiana.

Desde este prisma nuestro, que es científico y que se aplica como un marco comprensivo al conjunto de la realidad sociocultural en todas sus expresiones, permite interpretar que los planteos referidos de un ejecutivo forestal transmiten “una visión de la realidad”,  convicciones profundas y las certezas subjetivas y pseudo-verdades a partir de las cuales se vive, desde el rechazo y el desprecio, la convivencia con los mapuche en un mismo territorio. La pregunta que emerge entonces va más allá de esta constatación, y se interroga por la naturaleza del impacto de un sistema de certificación como FSC, inspirado y respaldado plenamente por los cuerpos jurídicos de Naciones Unidas. Nos preguntamos: ¿Se trata de un impacto estructural que reformula la desigualdad?, ¿Reformula procesos locales, favoreciendo que las empresas forestales colaboren con el Estado a través del desarrollo local?, ¿Qué cambios efectivamente traen estos cánones de gobernanza para las tramas interétnicas? Más específicamente aún, nos preguntamos si puede un sistema como FSC favorecer la superación de racismos como el que se vive en la Araucanía. El caso analizado nos permite conocer una clara referencia que, junto a otras posiciones y estilos gerenciales vigentes, hay aquí una dimensión de un fenómeno socio-cultural que merece especial atención.

Valoramos entonces como un importante aporte de parte de la organización mapuche el haber puesto en evidencia su posición y punto de vista, dado que expone uno de los principales desafíos que actualmente atraviesan al desarrollo económico en el centro Sur de Chile, a saber, la construcción de disposiciones, comprensiones y lenguajes concordantes con los desafíos de la sustentabilidad. Esta sería la base primera de una ética de los acuerdos, lo que Maliandi ha llamado oportunamente, la búsqueda de éticas convergentes (2006) y que exige entre otras cosas, contar ciudadanías diversas e  informadas y vigilantes, que ayuden como en este caso, a destrabar nudos de la convivencia interétnica en La Araucanía.

La respuesta de FSC Chile a la Corporación Mapuche tendrá que ser oportuna y asertiva, si lo que espera es poder jugar un rol efectivo en la sustentabilidad del manejo forestal sustentable – valga la redundancia. Considerando que las membrecías a este sistema son individuales y representativas, cabe la posibilidad que un evento tan casual y para algunos anecdótico, prosiga desde una interpelación que vaya ahora desde FSC Chile hacia la empresa forestal representada por este directivo. SI así fuese, sería entonces dicha empresa la que tendrá que responder finalmente si su Gerente General cuenta o no con los requisitos para participar legítimamente y más allá de su ideología, de las discusiones por un adecuado desarrollo de la actividad forestal en la Araucanía.


Los autores agradecen a entrevistados que colaboraron con datos y comentarios al texto.
[1] Antropóloga, académica de la Universidad de Concepción. noeliacarrasco@udec.cl 
[2] Filósofo, académico de la Universidad Católica de Temuco. rsalas@uct.cl

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